Principal comentario positivo
5,0 de 5 estrellasUna gran novela sobre la infamia en Euskadi
Revisado en España 🇪🇸 el 20 de junio de 2017
Me fascina la literatura que muestra la capacidad de resistencia del ser humano a la crueldad de algunos congéneres, la manera en que cada uno afronta padecimientos infligidos por otros, las situaciones límite que el instinto de supervivencia ayuda a soportar. Testimonios en primera persona, desde Solzhenitsyn en 'Archipiélago Gulag' hasta Primo Levi en 'Si esto es un hombre', pasando por el 'Diario' de Ana Frank o la novelada experiencia de Joaquim Amat-Piniella en 'K. L. Reich' muestran que, parafraseando a Tolstoi, todas las personas felices se parecen pero las infelices lo son cada una a su manera.También desgarradores son algunos testimonios en tercera persona como los recogidos por los periodistas Chaves Nogales en 'A sangre y fuego' o Manu Leguineche en 'Annual 1921'.
Y después está esa ficción tan bien construida que uno diría que el autor la vivió de primera mano –no siempre fue así–, como le pasaba a Tolstói con la monumental 'Guerra y Paz', a Grossman con 'Vida y Destino' o a Alberto Méndez con 'Los girasoles ciegos'. Historias de víctimas –los verdugos quedan en un segundo plano– que parecen reales porque muestran que los protagonistas no son héroes sino supervivientes, seres imperfectos con vicios y miedos que tratan de no perder la dignidad. Novelas de sufrimiento, de amargura, como una pequeña joya epistolar que descubrí el verano pasado: 'Paradero desconocido', de Kressmann Taylor.
A este último grupo pertenece Patria, muy recomendable para quienes todavía no conozcan a este gran autor que es Fernando Aramburu.
'Patria' es la crónica de una muerte anunciada –no es spoiler, se sabe desde el principio–, la del Txato, asesinado por ETA en un pueblo guipuzcoano, relatada desde la perspectiva y los sentimientos de este pequeño empresario y de familiares, amigos y vecinos. Aramburu vivió de cerca aquellos años de plomo. En 1985 se marchó a vivir a Alemania pero en la novela demuestra que no se despegó un ápice de su tierra.
Aramburu no relata un asesinato, ese es sólo el punto de partida para retratar a la sociedad vasca de los últimos treinta años y su comportamiento ante el asesinato como estrategia política. Un comportamiento que se resume en dos líneas de la novela, cuando Miren sale a la calle un día que "llovía a cántaros. Como la tarde que mataron a ese. Que si lo mataron, por algo sería. Y que yo sepa, mi hijo no fue. Así que a ver por qué va a tener que pedir perdón". Miren, madre de etarra, es una de las protagonistas de esta novela coral junto con Bittori, su vecina, su amiga del alma hasta que los proetarras dejan una pintada contra el Txato y Bittori acaba viuda después de un ignominioso aislamiento por parte de casi todo el pueblo.
Miren y Bittori, dos matriarcas de familias rotas que Aramburu retrata con maestría gracias a su estilo directo, sin adornos, y a la mezcla de primera y tercera persona tan habitual en este autor. Una fórmula que reconforta en medio de tanto drama, que a veces provoca la sonrisa y hasta la risa al introducir una y otra vez reflexiones cotidianas de unos personajes que puertas adentro son como nosotros, imperfectos, a veces idiotas. No hay héroes porque las personas que sufren, cada una a su manera, se dividen sólo entre quienes mantienen la dignidad y quienes no son capaces de hacerlo. Tampoco se recrea Aramburu en el dolor de las víctimas, ni falta que hace.
Le falta a la obra profundidad al abordar la evolución de los etarras, pero el autor ha dejado muy claro que su intención era mostrar el sufrimiento de las víctimas y el comportamiento abyecto de parte de la sociedad, y no tanto la espiral en la que cayeron muchos jóvenes obnubilados por los cantos de sirena patrióticos. Aramburu escribe de su pueblo sin odio, con cariño y hasta con su característico humor en medio de la tragedia. Esa vileza de parte de la sociedad vasca recorre Patria de una forma que nos hace entender a los de fuera algo que nos habían contado y que es difícil de digerir, la división que provocó el terrorismo en el seno de familias donde convivían –conviven– proetarras y víctimas.
Es algo que ya había explorado Aramburu hace diez años en 'Los peces de la amargura', el libro de relatos que le hizo saltar a la fama. Aquello fueron geniales pinceladas que formaban un cuadro no del todo completo. 'Patria' es un inmenso 'Gernika' en 125 capítulos muy cortos que saltan atrás y adelante por los más de 20 años en que transcurre la novela. A quienes les guste 'Patria', les recomiendo la novela con la que descubrí a Aramburu, 'Los ojos vacíos'.