Narra los turbulentos días de la China del último año del siglo XIX (sí, 1900 aún era decimonónico). Los bóxers se han revelado con el apoyo de la emperatriz para echar a las potencias extranjeras de su país. Para ubicarnos mejor, se trata de los acontecimientos que recoge la película “55 días en Pekín”. Y sí, resulta inquietante que un país tan enorme en todos los sentidos (extensión, población, etnias, cultura, tradición,…) esté ocupado y sometido por potencias que le imponen sus intereses, por muy injustos y desafortunados que fueran sus propios gobernantes.
La narración es muy ágil e intrigante, ya que a los acontecimientos históricos se le superponen otras tramas interesantes. Una de ellas la protagoniza un español, veterano de la guerra de Filipinas. La sorpresa inicial de encontrar a este personaje y al embajador español en este escenario tan exótico se diluye cuando la narración histórica les reserva un mínimo papel en los acontecimientos relevantes, aunque sí que es uno de los protagonistas de las tramas. No obstante, se agradecen estos guiños.
Sin una excesiva profundidad ni profusión, explica el desarrollo de los acontecimientos a través de las líneas argumentales que hilan una historia amena. El desarrollo de tan diversos personajes es interesante y los diálogos son bastante acertados e ingeniosos por momentos. Se echa de menos una mayor escenificación, ya que tanto los paisajes urbanos como naturales son menos conocidos para el público general.
Edición del libro: 5/5
Originalidad de la trama: 4/5
Agilidad de la trama: 5/5
Calidad de la narración: 4/5
Calidad de los diálogos: 5/5
Equilibrio narración/diálogos: 5/5
Rigor histórico: 4/5
Desarrollo de los personajes: 5/5
Desarrollo de los escenarios: 4/5
Recomendación personal: 5/5
Los aspectos que destacaría son:
1) Edición. Perfecta, bien corregida y editada en líneas generales.
2) Estructura. Muy ágil, recurriendo a diversas líneas narrativas y escénicas que se alternan buscando mantener la tensión. Quizás al final abusa de capítulos excesivamente cortos cuando ya la trama en sí sostiene el interés.
3) Rigor histórico. Detalla tanto los acontecimientos históricos como las motivaciones de los mismos, ligadas al intento de recuperar la cultura tradicional china frente a la globalización impuesta. Tal y como se comenta después, hubiera sido de agradecer una mayor descripción del Pekín de la época, sus casas y palacios.
4) Calidad de la narración. La narración es buena y no defrauda. Resulta fácil sin ser simple, por lo que la calificaría como austera y equilibrada. Con esta herramienta neutral, consigue dotar de gran vitalidad la novela, que sorprende por los giros, incluso anunciados de antemano.
5) Calidad de los diálogos. Los diálogos son creíbles y vivos, incluso divertidos e ingeniosos en algunos personajes. Definen bien los personajes y las escenas a las que se enfrentan, despertando el interés por los acontecimientos que le esperan.
6) Equilibrio narración-diálogos. En su justa medida, lo que le concede un ritmo continuo, que en ocasiones se acelera o se pausa sin estridencias.
7) Desarrollo de los personajes. Interesantes, aunque algo tópicos en algunos aspectos. No obstante, este “defecto” es deudor del género de aventuras en el que se encuadra sin dificultad, ya que, además de ser narración histórica, cuenta con otros factores del género perfectamente compatibles. Los personajes se desenvuelven con soltura en las distintas tesituras, ya sean sociales, políticas, bélicas, acción o amorosas.
8) Desarrollo de los escenarios. Quizás este es el punto donde el cuerpo pide más. Me hubiera gustado saber más de las ciudades, sus construcciones, sus gentes, tanto de los autóctonos como de los colonos. También los escenarios naturales son difíciles de recrear con la narración aportada.
9) Originalidad de la trama. Al interés de la trama general, bien descrita y explicada, se suman diversas tramas secundarias interesantes y con gancho. Hilos con distinta tensión que consiguen un buen tejido narrativo que deja buen sabor de boca.
10) Agilidad de la trama. La novela resulta muy amena y tiene el gancho que se le pide a una novela de aventuras.
En definitiva, me lo he pasado muy bien leyendo esta novela (no había disfrutado tanto desde El secreto de la almadraba) y es que personalmente prefiero no sacrificar la diversión de leer por una mayor rigor histórico de la obra, donde la profusión de datos, fechas y personajes terminen por abotagarla. Aclaro esto para que cada uno filtre lo que crea conveniente, ya que la mía no deja de ser una opinión más. Dicho lo cual, me atrevo a recomendar esta novela vivamente para aquel que quiera saber más de China y de la época colonial en concreto, al tiempo que disfrutar de una historia y personajes que tienen indudable gancho.